El avance de la tecnología y las telecomunicaciones es el aspecto que más ha influido en el estilo de vida y la forma de ver las cosas de la generación de los millennials.
Se nos considera personas independientes, tolerantes, bien informadas y comunicadas gracias a Internet. Nos gusta viajar y conocer nuevas culturas, no nos gustan las ataduras y muchas veces rechazamos ideologías concretas.
Otra característica de la generación del milenio ha sido la proclividad a retrasar las fases y eventos importantes de la vida. Cada vez estudiamos más años y, por lo tanto, empezamos a trabajar, nos independizamos, nos casamos y tenemos hijos más tarde.
A diferencia de generaciones anteriores que no tenían tantas opciones, los millennials seguimos diferentes tendencias (moda, música, estilos de vida…). De alternativas están llenas las grandes urbes, tierra fértil en donde las tendencias surgen y mutan, se aparean y retroalimentan, para reencarnar en híbridos que acaban en el olvido con el surgimiento de nuevos clichés en la dinámica social.
Incluso los que se consideran alérgicos a la moda, como los hipsters, se acaban convirtiendo en moda: la gran paradoja de la cultura hipster es que, al popularizar su propia tendencia, que consiste en un constante rechazo hacia las modas dominantes y una búsqueda de patrones de vida alternativos, se ha convertido a sí misma, en todo aquello que rechaza, es decir, un movimiento no hipster.
Según las características, edad y hábitos, los millennials nos identificamos en mayor o menor medida con alguna de las tribus urbanas que hoy marcan tendencias: hipsters, mainstream hipsters, muppies (nuevos hipsters, pero dizque más alivianados), hippies, fresas, floggers, fofisanos, tecnogroupies, fitsters…
En estos últimos quiero ahondar un poco. ¿Eres o conoces a algún fitster? El término que describe a esta nueva tribu urbana resulta de una adaptación de las palabras hipster y fit (estar en forma). ¿Hace falta decir más? Se trata de jóvenes –en general mujeres de 20 a 35 años, pero también hay hombres– con una vida sana basada en alimentos saludables; toman mucha agua, van más de tres veces por semana al gimnasio y se visten con ropa deportiva la mayor parte del tiempo. Además, muchas selfies en el gym.
No son mayoría, pero cada vez marcan más tendencia con su propia estética y códigos. Una de sus características principales es que, además de ocuparse de cuidar su cuerpo, se interiorizan en cuestiones fisiológicas y nutricionales, convirtiéndose en expertos y verdaderos gurúes del fitness. Vienen a ser el antónimo de los fofisanos (poseedores de un cuerpo poco firme que muestran con mucha seguridad y sin vergüenza alguna).
A través de plataformas sociales como Instagram y Facebook, los fitsters comparten rutinas de ejercicios y consejos. Por esta razón, forman enormes comunidades saludables especializadas en las que ‘maridan a la perfección’ la búsqueda de disciplinas saludables con un estilo de vida joven, fresco y súper contemporáneo.
Como en todo, mientras no se lleve al extremo y se olviden de desarrollar otros aspectos importantes que dan balance al ser humano, el estilo de vida saludable de los fitsters no está nada mal.