¿Sabe? Lo he estado observando, y usted, cómo decirlo?… me agrada… qué digo me agrada! me encanta! Tiene usted todas aquellas características que mi mente anhelante ha soñado por tantos años…
Usted tiene luz en la mirada, esa luz que encanta y llama… luz que me ilumina, que inunda el alma.
Usted tiene la voz más encantadora, voz que cimbra, me fascina, me hipnotiza, me hace soñar despierta cuando usted me habla…
Usted tiene una risa que puede dejarme sin habla, una risa de esas extrañas que poseen magia, de esas que estremecen y cuando la escucho, tan sonora, siempre franca, siento que las piernas me tiemblan un poquito menos que el gozo que siente mi alma…
Usted tiene unos brazos fuertes, brazos que me llaman, que invitan, que parecen ser como puerto firme al cual puedo asirme y sentir la calidez, el abrigo, la ternura y sólo en esos brazos pudiera rendirme y sentirme amada…
Usted tiene magia, magia en sus palabras, magia en su mirada, magia en esa forma sutil de decir mi nombre y hacerlo parecer como todo un culto a la belleza humana…
Usted tiene todo, todo lo que en mi alma se vuelve sagrado, perfecto, completo…
Lo he estado observando detenidamente digamos, por unos cuantos años y me parece un regalo divino, un gran privilegio, que sea usted el hombre de todos mis sueños, ese que me llena de magia con una mirada, que me hace volar con su bella voz y sus tantos misterios…
Lo he observado agradecida con Dios porque usted me encanta y es todo mi anhelo, que suerte la mía! Que de todos los hombres en este universo, sea usted el mío, el que llevo dentro de esta alma que le grita que le pertenezco! Que suyas mis manos, que suyos mis sueños, que suyos mis ojos y todos mis besos…