Apenas un año después de que los españoles llegaran a México y derrotaran a los mexicas, construyeron edificios llenos de simbolismo para los nuevos “miembros” de la Corona española. Algunos los erigieron sobre las pirámides más emblemáticas de los mexicas, otros en los alrededores, todos con mensajes e insignias de poder religioso o político.
Aunque por las constantes inundaciones (recordemos que la ciudad de México está construida sobre el lago de Texcoco) muchos de los edificios iniciales fueron destruidos, increíblemente, aún se conservan algunos vestigios con más de 500 años. Edificaciones llenas de historia y testigo de frenéticos cambios de una cultura que fue un híbrido obligado, una historia de subyugación y surrealismo.
Catedral Metropolitana de la ciudad de México
Su historia está inmersa en el simbolismo y el poder. Hernán Cortés la mandó construir sobre los últimos vestigios del centro religioso más importante de los aztecas. Su razón para hacerlo -sin ningún tapujo o respeto- fue la de aprovechar los materiales de las ruinas de esta zona. La Catedral Metropolitana es impresionante, y en sus atrios asoman con cristales los restos de una civilización avasallada. Esta iglesia comenzó a construirse en 1521.
Palacio Nacional
Si la Catedral Metropolitana, bajo el disfraz religioso, fue la corona de la subyugación, en el ámbito político lo fue el Palacio Nacional, que comenzó a construirse en 1522. Ahí Hernán Cortés construyó su residencia, simbólicamente ubicada en parte del antiguo Palacio de Moctezuma.
Colegio de San Ildefonso
Fundado en 1588 por los jesuitas como un seminario. Podría decirse que fue la primera universidad del país. Se convirtió en uno de los centros de estudio más importantes de México. Hoy es un intrigante museo con un rico acervo arqueológico.
Palacio de Minería
Este fue uno de los primeros edificios en construirse como parte de las reconstrucciones por los hundimientos en el Siglo XVIII. Es considerado una obra maestra del arte neoclásico de América.
Alameda Central
No es en sí un edificio, pero sí una construcción icónica. Desde 1521 se instruyó construir un parque al que se trajeron olmos blancos y negros desde Coyoacán. De esta manera, la ciudad de México colonial siempre ha contado con ese emblemático pulmón y paraje de paseo en el centro de la antigua Tenochtitlán.