Leer es un placer… o debería serlo. Si todavía no lo es, algo anda mal y aún no hemos descubierto la manera de disfrutarlo.
En este espacio hemos mencionado en diferentes formas, las razones para acercarte a la lectura y los caminos para hacerlo.
Ahora, a manera de prevención o remedio, enumero algunas cosas que nos alejan de la lectura:
- Leer por obligación. Como cualquier actividad humana (comer, dormir, jugar, hacer ejercicio…), si es obligatoria, se vuelve odiosa.
- Leer con preocupaciones. Si hay urgencias (problemas graves, mensajes ineludibles, tareas pendientes, etc.) no hay atención suficiente.
- Leer sin interés. Puede haber asuntos trascendentales que para ti no tengan relevancia; es como un árbol sin raíces. Busca tus temas.
- Leer cuando tienes pendientes. Si tienes que atender a alguien o alguna tarea por hacer, es difícil que te concentres.
- Leer si no estás a gusto. Si no estás cómodo, tienes sueño, hambre, ganas de ir al baño… no atenderás lo que lees.
- Leer cuando no entiendes. Si se trata de un texto sobre un tema que no conoces, no entiendes y/o no te interesa, es muy difícil que sigas.
- Leer algo que te molesta. Si hay temas o géneros que no te gustan (terror, ficción, ensayo, violencia, religión, etc.), evita encontrarte con ello.
- Leer con dificultad. Si hay términos que no entiendes, está en un idioma que no hablas, etc., terminarás por dejarlo.
Hay que tratar de evitar estas circunstancias porque las razones para no leer pueden ser tantas y tan poderosas como las que hay para que tomes un libro, lo abras y te dejes llevar por la magia de la lectura. Desde luego, ayudan los textos entretenidos como: Los Tres Mosqueteros, de Alejandro Dumas; Las aventuras de Sherlock Holmes, de Arthur Conan Doyle; El nombre de la Rosa, de Umberto Eco; la saga de Harry Potter, de J. K. Rowling; Asesinato en el Expreso de Oriente, de Agatha Christie; Oliver Twist, de Charles Dickens; Rojo y Negro, de Stendhal; El libro de los seres imaginarios, de Jorge Luis Borges, y muchos más.