Intensos son sus colores, como el ‘rosa mexicano’; sus amores y desamores, como expresan sus canciones: ‘Solamente una vez‘, ‘Bésame mucho’ y ‘La chancla que yo tiro’, entre otras. Intensa es también su solidaridad y calidez, su amabilidad, ingenio y humor.
México es intenso. También sus aromas y sabores, que son una grata sorpresa para los sentidos y hacen de la gastronomía mexicana una de las más variadas y exquisitas, de las mejores del mundo, reconocida en 2010 por la UNESCO como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Y tal es su versatilidad que casi cada estado de la República posee sus propias recetas y tradiciones culinarias; creaciones gastronómicas que por su calidad y aceptación general se han vuelto emblemáticas, como es el mole de Oaxaca, la sopa de lima y la cochinita pibil de Yucatán, los chiles en nogada de Puebla, el cabrito de Nuevo León, las carnitas de Michoacán, la machaca de Monterrey, las tortas ahogadas de Jalisco, los chilaquiles sinaloenses, el huachinango a la veracruzana…
Imposible dejar de mencionar el arroz, el frijol y el chile, que son denominador común en las mesas mexicanas.
El arroz es uno de los cereales más valiosos por la gran cantidad de energía y proteínas que aporta.
Consumimos anualmente alrededor de un millón cien mil toneladas de arroz, lo cual es maravilloso porque disminuye la aparición de Alzheimer y protege de diversos tipos de cáncer, favorece la presión arterial, induce la pérdida de peso, previene el estreñimiento y es libre de gluten.
El frijol forma parte de nuestra identidad. Con más de cincuenta variedades, está presente en la mayoría de los antojitos mexicanos, desde los salbutes y los panuchos de Yucatán, hasta las burritas de Sonora, los sopes, garnachas, tlacoyos, pellizcadas, enfrijoladas…
Mejoran la salud cardiovascular, son fuente de carbohidratos, proteínas, minerales, vitaminas y fibra. Tienen pocas calorías, bajo contenido de grasa y alto de fibra, lo cual reduce el colesterol y el riesgo de obesidad, diabetes y cáncer. Son ideales para los diabéticos y las embarazadas.
¿Y qué sería de nuestra gastronomía sin el chile?
Serrano, jalapeño, ancho, pasilla, guajillo, habanero, morita, poblano, de árbol…más de cuarenta variedades y un consumo per cápita de nueve kilogramos al año. El 80% del que producimos es para consumo nacional y el 20% se exporta.
Es delicioso y beneficia la salud: quema grasa, es un potente analgésico, antiinflamatorio, anticancerígeno y antimicrobiano, y por ser fuente de vitamina A y C fortalece el sistema inmunológico.
Así que con mucho orgullo y sin culpas: ¡A COMER!