A mediados de los años setenta, una fila de camiones transporta mercancía ilegalmente por una carretera de Colombia. Un policía detiene el camión que lidera la caravana y de él se baja un Pablo Escobar ya poderoso, pero aún en el comienzo de su travesía millonaria por el mundo de la droga. El agente le amenaza con la cárcel por contrabando de equipos electrónicos. En su respuesta, el criminal imprime ahí mismo la frase que se convertiría en su marca personal: “Es plata o plomo” (aceptas el soborno o te matamos a tiros). Al espectador se le ponen los pelos de punta.
La escena está en Narcos, producción exclusiva de Netflix, que ha rescatado la fama de este colombiano para crear una historia pop y así conseguir suscriptores para su servicio en América Latina. En la serie, que cuenta con la producción ejecutiva de José Padilha, Pablo Escobar es valientemente interpretado por el actor brasileño Wagner Moura, a quien críticos y espectadores mayoritariamente han elogiado, pese a la presencia de un innegable acento al hablar español. Hay, como siempre, quien no está satisfecho, aunque, para esas personas, existe un enorme mercado de Pablos. Basta con escoger el suyo.
La biografía de Escobar, el asesino que gobernó el mercado mundial de la cocaína durante los años ochenta, está en pleno auge. El espectador a quién no le haya gustado Narcos, o que por el contrario se ha enganchado al universo de la serie y quiere profundizar en él, puede contrastar las numerosas versiones de esta historia. Para el enfado de muchos colombianos, cansados de que se represente a su país en las pantallas del mundo por medio del narcotráfico y de la violencia, opciones no faltan. Hay muchas series sobre Escobar y su vida surgidas en los últimos años. Muchas de ellas, además, son made in Colombia.
Este boom no sucede por casualidad. Primero, un país de tradición televisiva como Colombia, que asiste hoy al crecimiento de su industria cinematográfica, se inspira en su propia realidad para producir audiovisual. Entre 2008 y 2014, los espectadores colombianos se toparon con al menos tres producciones nacionales que presentan una imagen dura del país: El cártel de los sapos (2008, Caracol TV), El capo (2009-2010, Fox Telecolombia) y la elogiada Escobar, el patrón del mal (2012-2014, Caracol TV), disponible, como Narcos, para los suscriptores de Netflix. A excepción del primer caso, que relata la ascensión del cártel de Cali tras la muerte de Escobar, los demás colocan al paisa (gentilicio de Medellín) en el centro de la acción. Todos presentan una mafia nacional sedienta de atención y que actuaba con extrema violencia.
Al comienzo de este año, el Festival Internacional de Cine de Toronto estrenó la más reciente película sobre el capo: Escobar, paraíso perdido, dirigida por el actor italiano Andrea Di Stefano (Las aventuras de Pi, Encuentros con el pasado) en su estreno detrás de las cámaras. Quien realiza el papel protagonista es Benicio del Toro (de los dos largometrajesChe, de Steven Soderbergh), actor puertorriqueño establecido en Estados Unidos que actuó también en Sicario, de Denis Villeneuve, otro largo que habla del narcotráfico, pero en el contexto mexicano. Vencedor de un Oscar por Traffic, Benicio hace un Pablo que habla inglés y que, aunque muy ocupado por ser el criminal que fue, encuentra tiempo para proteger a su sobrina que le presenta a un novio gringo. Las críticas fueron amables con él, pero duras con la película – destrozada en Colombia por tratar al país con superficialidad.
Con el riesgo de caer en el mismo error, Tom Cruise es otro actor de Hollywood que planea adentrarse en el universo de Pablo Escobar. Durante la última semana, se dejó fotografiar al lado de soldados del ejército colombiano durante la visita al departamento de Amazonas, donde estaba realizando escenas para su próxima película, con estreno previsto para 2017. Mena (el título es provisional), dirigida por Doug Liman (de La identidad Bourne o Sr & Sra Smith) y estrenado por Cruise, estará basado en la vida del piloto estadunidense Barry Seal, que trabajó para Escobar. En la trama, el narcotraficante causa muchos problemas a Estados Unidos.
En una entrevista divulgada por la oficina de comunicación de la Sexta División del Ejército, el Cristian Javier Caballero aseguró que Cruise permaneció un día con los oficiales y “expresó su admiración por el trabajo de los soldados colombianos”. “Antes de salir, se reunió con los soldados que estaban prestando seguridad y les agradeció; le dimos de regalo un pañuelo con el lema del ejército colombiano: Fe en la causa», explicó el oficial.
Tanto Narcos como Mena no eligieron Colombia como escenario tan solo para apropiarse de la trayectoria de Escobar. Ambas cuentan también con incentivos económicos para eso, y es ahí que aparece un importante facilitador del boom escobariano: la Ley 1.556 de 2012, también conocida como Filmación Colombia, que devuelve a las empresas que rueden sus proyectos audiovisuales en el país el 40% de los gastos invertidos en la producción (y el 20% de los gastos en turismo, que incluyen billetes de avión y estancias en hoteles). Una estrategia muy competitiva de los colombianos para hacer crecer a la industria nacional audiovisual.
Así que vienen ahí más Pablos. Netflix acaba de confirmar la segunda temporada de Narcos para 2016.