Considero que una de las mejores películas de todos los tiempos es «Los tres amigos», en la que se libra una batalla clásica entre los buenos y un villano llamado El Guapo. En cierta escena, uno de los amigos intenta convencer a los habitantes del pueblo para que se enfrenten contra El Guapo, con el siguiente discurso: “A todos nos toca enfrentar a un enemigo como él alguna vez. Para algunos, El Guapo puede ser la timidez; para otros, tal vez la falta de educación. Para nosotros, El Guapo es un enorme y peligroso individuo que quiere matarnos”.
Cuando se trata de la propia valía, cada uno tiene un guapo al que debe vencer. ¿Cuál es el tuyo?
En cierta ocasión, un adolescente israelí me preguntó cómo podía desarrollar su valía sin ser bien parecido. Para responderle, le conté la historia de una mujer también nativa de Israel, Golda Meir, que cuando era adolescente se sentía igual que él: “Jamás fui bella. Hubo un tiempo en que esto me entristecía, cuando tenía la edad en la que se cree que lo más importante es la belleza y reconocía frente al espejo que era algo que yo nunca tendría. Descubrí lo que yo quería hacer de mi vida y a partir de entonces dejó de tener importancia que me consideraran bonita. Mucho tiempo después comprendí que no ser bella fue una bendición porque me obligó a desarrollar mis recursos internos. Así entendí que las mujeres que no se escudan en su belleza y actúan por sí mismas, tienen ventaja”.
Golda Meir fue política, diplomática y estadista; primera mujer en Israel y tercera en el mundo en desempeñar el cargo de primer ministro, considerada una de las más grandes líderes de su tiempo.
Prácticamente todos hemos querido en algún momento de nuestra vida cambiar alguna parte de nuestro cuerpo. Pero una vez que sabes lo que quieres hacer de tu vida, tus metas, sueños y propósito, fluye tu energía y dejas de obsesionarte por la apariencia física.
No quieras ser diferente de lo que eres, solo esfuérzate por lucir lo mejor que puedas y destaca tus rasgos naturales. Fíjate qué colores te favorecen, sé pulcro y encuentra el peinado que te quede mejor. Aprende a apreciar tus rasgos y recuerda que cada persona es bella a su manera: con unos brillantes ojos azules o unos profundos ojos cafés, de barbilla delicada o pómulos elevados, de nariz fina o prominente, de orejas elegantes, dedos gráciles…
La autora Susan Tanner sufrió en la adolescencia un severo acné que le causaba inseguridad y nunca ha olvidado la lección de su madre: “Haz todo lo que puedas para que tu apariencia sea agradable, pero en cuanto cruces por la puerta, olvídate de ti y empieza a concentrarte en los demás”.
Si todo el tiempo te miras en el espejo social, siempre te sentirás fuera de lugar; en cambio, si te miras en el espejo real, te darás cuenta de que la belleza interior es más importante que la exterior.
Audrey Hepburn, una de las actrices más glamorosas del Hollywood de la época de mis padres, era famosa por su belleza y gran estilo. Son conocidos sus consejos de belleza:
- Para tener unos labios atractivos, pronuncia palabras amables.
- Para tener unos ojos primorosos, observa lo bueno que hay en cada persona.
- Para tener una figura refinada, comparte tus alimentos con el hambriento.
- Para tener un cabello hermoso, deja que al menos una vez, un niño pase sus dedos por él.
- Para mejorar el porte, camina con la certeza de que jamás darás un paso sola.
- Las personas, más que las cosas, necesitan que se les restaure, renueve, reanime, reforme y recupere; nunca deseches a nadie.
- La belleza de una mujer no está en la ropa que viste, la figura que luce y la forma como peina su cabello.
- La belleza de una mujer debe provenir de sus ojos porque ellos son la puerta a su corazón, que es donde reside el amor.
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