Vivimos en una sociedad moderna en continuo progreso, pero seguimos educando hijos machistas. ¿Cómo podemos evitarlo?
Es incuestionable el importante papel que juega la familia en la formación de todo ser humano. Como padres tenemos una influencia grande durante la crianza de los hijos. Los mensajes que les damos los asimilan de tal manera que comenzarán a formar parte de su educación, de su manera de ser y de ver la vida.
Naturalmente, hombres y mujeres tenemos diferencias que nos caracterizan, como la intuición, la capacidad lógica, la racionalidad, la fuerza, etcétera. De una generación a otra se transmiten tradiciones, costumbres y roles que, a veces, se pueden llamar machistas. En general, se prepara a las niñas para las tareas de la casa y a los niños para enfrentar el mundo externo; a las niñas se les educa para ser más dependientes y se les permite expresar sus emociones. Por otra parte, se desconocen las necesidades del hombre en el mundo afectivo porque se le ridiculiza al expresar sus emociones y se le dice que el llorar es asunto de niñas.
Cuando una madre tiene hijos de ambos sexos, en muchos casos les enseña y espera de ellos cosas distintas. Citemos un par de ejemplos: a la niña se le demanda que ayude a la madre con los quehaceres de la casa y al hijo se le deja hacer lo que quiera; o se apoya a este para que termine los estudios y a la hija se le apresura para que abandone la escuela y continúe ayudando en la casa o forme su propia familia. Allí se está enseñando que solo el hombre tiene la capacidad de graduarse y que la mujer tiene su límite en el hogar; se están forjando mujeres que al llegar a la adultez, pensarán que solo son buenas para estar en la casa y atender al marido, y a los hombres para ser atendidos. Los hijos e hijas pueden llegar a no aprender a hacer las cosas básicas para funcionar de manera independiente o a asumir actitudes rebeldes al darse cuenta de que no existe equidad entre hermanos.
Si la mujer es comedida y le gusta complacer al esposo, está bien, pero no a tal grado de que el marido no se levante a buscar sus zapatos o a prepararse de comer. Se considera asimismo un extremo si la mujer no tiene idea de lo que significan los gastos de la casa, ignore el salario del marido o las finanzas del hogar.
A pesar de la influencia que los padres tienen en sus hijos e hijas, no significa que estos se convertirán en adultos con tendencias machistas. Cada uno tiene la libertad y la inteligencia de entender y aplicar esas enseñanzas en su propia vida, o hacer los cambios que necesite. Hoy los roles de las madres y padres están mucho más combinados que en el pasado. Hay cambios impulsados por las circunstancias económicas y el mismo desarrollo social, donde la esposa es la que sale a trabajar y el esposo es el que se hace cargo de la casa y de los niños. No es inusual ver a familias en las que los dos esposos estudian o trabajan. Allí se empieza a ver una necesidad de flexibilidad en los roles tradicionales para que entre los dos cónyugues compartan los deberes y responsabilidades del cuidado de los hijos, la casa y las finanzas.
El problema empieza cuando un esposo o la esposa se ha criado en un hogar machistas y no cuenta con la habilidad de entender las responsabilidades del hogar y de ayudar con los deberes de la casa. Citemos un ejemplo: la esposa que ha trabajado fuera del hogar, al igual que su esposo, y regresa a la casa con la encomienda de que ella es la única encargada de limpiar y cuidar de sus hijos, o el caso opuesto, el esposo que no cuenta con el apoyo de su esposa con los gastos de la casa.
¿Qué podemos hacer como padres para no caer en una crianza donde exista el machismo y haya equidad entre los hijos varones y mujeres?
- Enseñar tanto a los hijos como a las hijas las diferentes tareas del hogar, como cocinar, lavar los platos y el automóvil; cortar el césped, barrer y trapear, etcétera.
- Rotar las asignaciones de las tareas del hogar entre todos los integrantes de la familia.
- Mantener una actitud positiva y de aliento al hacer los deberes del hogar.
- Elaborar una serie de reglas al interior de la casa que todos deban cumplir.
- Proyectar con justicia y equidad lo que se espera de los hijos de ambos sexos.
- Apoyar a los hijos e hijas en sus estudios y animarlos a que obtengan un título y a que desarrollen sus talentos.
Es importante que desde la niñez hasta que son mayores de edad, los hijos e hijas aprendan y desarrollen las habilidades necesarias para cuando llegue el momento, sean responsables en lo tocante al funcionamiento de su propia casa y, al mismo tiempo, al mantener una relación equitativa y de solidaridad con los miembros de la familia que está formando.
Al combatir el machismo en el seno de la familia se contribuye a erradicarlo de la sociedad para hacer de esta un lugar en el que todas las personas, mujeres y hombres, puedan desarrollarse en un clima de respeto y equidad.
Fuente: Familias.com – La educación en el hogar inhibe el machismo