“Perdóname pero estoy enamorado de otra”, así finalizó la noche de ayer.
Sentí como un balde de agua fría cuando me lo confesó, aunque dentro de mí, ya lo sabía. No era tan cariñoso como antes, ni detallista, ni reía conmigo ni buscaba la oportunidad para tomarme de la mano. Platicábamos poco.
Quise saber si ella era más joven, si era bonita, si tenía una profesión, si trabajaba, si era soltera o divorciada. Callada me solté a llorar y después, apenado me dijo: “No llores pues creo que no me amas…o ¿sí?”
Sí, sí lo amaba y me llenaba de desilusión, de frustración, de enojo, escuchar que estaba enamorado de otra. Sentí cómo mi corazón se partía en pedazos y yo solo podía decir entre sollozos: “Lo sabía, lo sabía, lo sabía”.
Lo vi venir y no hice nada por evitarlo:
- Sabía que no lo procuraba como antes.
- Sabía que cuando él quería platicarme algo, yo lo interrumpía con asuntos de casa o pleitos de los niños, o peor aún, le cambiaba el tema para comentarle el “chisme” de mi amiga.
- Sabía que cuando me arreglaba, lo hacía porque había un evento con mis amigas, pero no para gustarle a él.
- Sabía que cuando me invitaba al cine a ver una película que se le antojaba, si no era de mi agrado, le decía que mejor nos quedáramos a ver la tele.
- Sabía que ya no lo impulsaba como antes ni expresaba mi admiración por él.
- Sabía que por ‘evitar problemas’ había dejado pasar algunos detalles, y ‘no tuve’ el tiempo para platicar y evitar que se generara rencor. No había comunicación como antes.
- Sabía que habíamos dejado de orar juntos y no reíamos de trivialidades.
- Sabía que no hacía nada por mantenerlo enamorado y nos había cubierto la rutina.
- Sabía que si él cometía un error yo lo transformaba en algo enorme.
- Sabía que cada día le exigía más y le agradecía menos.
- Sabía que había dado por hecho que estaríamos ‘juntos y felices para siempre’.
Y entonces, me dijo “Sabes, estoy enamorado de aquella mujer que reía, que encontraba soluciones; que ilusionada, usaba un vestido nuevo para salir conmigo. Extraño a la que me sorprendía con la cena cuando regresaba cansado y estresado. Extraño a la que ponía gotitas de lavanda en la almohada, a la que me decía ‘Tú puedes, yo creo en tí; a la que se alegraba cuando yo llegaba temprano a casa y consideraba que era un buen detalle cuando yo la invitaba al cine”.
“Estoy enamorado de aquella mujer con la que todo era posible, que me abrazaba cuando me sentía devastado y me contaba sobre las travesuras de los hijos para hacerme reír, sin planear un castigo severo para ellos de mi parte por estar enojada, sino platicando sobre la mejor forma de guiarlos y aconsejarlos”.
“Estoy enamorado de la mujer que se amaba y no se buscaba defectos cada vez que se ve en el espejo: que si la arruga, que si la cana…”
“Estoy enamorado de la mujer que me inyectaba vida con su forma de ser. Te extraño, regresa por favor porque te amo”.
Cinthia Villalobos
Coordinadora de Fundación Cadena de Sonrisas A.C.
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