InicioDesarrolloEducaciónAyuda a tus hijos a desarrollar su inteligencia moral

Ayuda a tus hijos a desarrollar su inteligencia moral

Para educar a los hijos no basta conocer cómo funciona el cerebro y la dinámica de las emociones. Es preciso ayudarlos a distinguir en dónde está el bien y a tratar de ponerlo en práctica.

Si queremos facilitarles el camino que los hará “moralmente inteligentes”, hay que aclararles el concepto de bondad moral, que no es algo abstracto, sino un modo concreto de comportarse siguiendo la regla de oro de tratar a los demás como nos gustaría que nos traten a nosotros.

A esto se une la importancia del ejemplo, pues los niños entenderán el bien en la medida en que lo vean en acción en sus padres. Los valores están para ser vividos o no se entienden. Muchas veces la incoherencia de los adultos deja sumidos a los niños en la confusión causada por mensajes contradictorios.

Los niños son modelados en el inicio de su vida por los valores de los adultos que los rodean. El hecho de que no hayan desarrollado el habla ni la capacidad de razonar, no significa que no necesiten una formación moral basada en que aprendan el “sí” y el “no”.

Los niños de pocos meses pueden desafiar a los adultos que los rodean “exigiendo” determinadas respuestas, pero si se le da a un bebé todo lo que pide, se le está enseñando a no esperar nunca una negativa y esa no es una buena preparación para la vida.  Se malcría a un bebé cuando se le hace pensar que el mundo gira totalmente alrededor de él, y nunca es demasiado pronto para enseñarle a distinguir lo que está bien de lo que está mal.

Cuando los niños asisten a la escuela primaria ya son capaces de utilizar el lenguaje, lo cual es clave para su desarrollo moral. En la naturaleza del niño de esa edad está el preguntar y preguntar, proporcionando a quien dirige sus preguntas la oportunidad de brindar respuestas directas e indirectas, a través de lo que sugieren o recomiendan, de las historias que les cuentan, de los recuerdos que comparten y de las experiencias que les ofrecen como ejemplos. El gran desafío de padres y educadores es responder a las innumerables preguntas que hacen los niños, que ya pueden reflexionar en silencio sobre lo que han preguntado, pueden intentar ser buenos y ponderar cuán “buenos” son.

Los niños son capaces de poner a prueba las creencias y valores de los adultos, y detectan con facilidad su capacidad para comprometerse con lo que creen. De ahí la confusión en la que pueden caer cuando se encuentran ante mensajes morales cruzados o contradictorios, y por eso es fundamental que perciban coherencia en sus padres.

Mientras que los discursos morales abstractos se olvidan fácilmente, lo que se enseña por medio del ejemplo -y eso ocurre todo el tiempo, casi sin darnos cuenta- permanece en ellos para siempre.

RELATED ARTICLES

Síguenos en redes

48,314FansMe gusta
16,038SeguidoresSeguir

No te lo pierdas