Uno de los grupos más vulnerables de la sociedad es el de las mujeres embarazadas en general, y todas aquellas adolescentes, en particular, que deciden enfrentar su embarazo y dar vida a su bebé. Son mujeres que se vuelven blanco de una violencia que las afecta desde distintos ámbitos sociales: desde lo privado, cuando el padre del bebé y/o la familia le dan la espalda, dejándola en el desamparo emocional y material. Desde lo público, inmersas en una sociedad que no solo las olvida en su agenda política, sino que les reduce toda expectativa de desarrollo personal, escolar, laboral y de salud.
Por otro lado, el embarazo adolescente tiene sus dificultades y la más grave es la posible muerte materna debido a diversos factores entre los que se encuentra la vulnerabilidad fisiológica de la madre, por la edad temprana en la que se presenta la gestación, y las condiciones físicas en las que suele encontrarse la madre también repercuten en el óptimo desarrollo del hijo.
¿Cuáles son los principales riesgos que implica el embarazo adolescente?
Desde el punto de vista fisiológico, la adolescente de entre 12 y 18 años posee un sistema inmune inmaduro para el embarazo, que generalmente se relaciona con una alimentación deficiente (problema que generalmente es más frecuente en las comunidades rurales). Esta desnutrición genera un mal funcionamiento de los mecanismos fisiológicos circulatorios, llamado “síndrome de mala adaptación circulatoria”, que ocasiona: hipertensión arterial materna, prematuridad, retardo del crecimiento intrauterino y desprendimiento prematuro de la placenta, por mencionar algunos de los riesgos principales.
En la gesta adolescente, sobre todo durante los primeros meses, pueden presentarse infecciones urinarias y abortos espontáneos. Y ya en el parto, es común la posición y presentación fetal que dificulta la expulsión del bebé por la desproporción cefalo-pélvica; situación que suele derivar en el uso de fórceps y en un mayor número de cesáreas, en comparación con las mujeres de edades más avanzadas.
En lo que respecta al hijo de la madre adolescente, suele presentar bajo peso al nacer debido a la prematuridad de su nacimiento y a la deficiencia en su desarrollo gestacional; por consiguiente, está predispuesto a sufrir ‘Sepsis’ (sangre llena de bacterias) y otras enfermedades. Se tiene evidencia de que la mortalidad neonatal en los bebés de madres adolescentes triplica la de los hijos de madres mayores de 20 años.
La vulnerabilidad de la adolescente embarazada no solo se refleja a nivel físico. Su dimensión emocional y psicológica también se ve afectada debido a que asume responsabilidades desfasadas de su periodo de desarrollo psicológico, que pueden causar sentimientos encontrados acerca del embarazo (obsesión por el bienestar del feto, preocupación por cómo asumir la maternidad).
En este contexto de fragilidad física y emocional, es fundamental la relación adolescente-familia, pues establecerá la pauta de conductas de riesgo que ella asuma; es decir, si la relación familiar es más estructurada (estable/buena), generará un ambiente de mayor seguridad/apoyo para la futura madre, proporcionándole mayores herramientas para evitar exponerse a situaciones de riesgo.
Por el contrario, la falta de apoyo familiar incrementa los rasgos psicológicos negativos del embarazo, pudiendo ocasionar la exposición a diversas situaciones de riesgo (consumo de sustancias tóxicas para su estado, por ejemplo). En este sentido, es importante señalar que además de los riesgos de salud para la madre y para el bebé, propios del embarazo adolescente, muchas de estas chicas tienen que enfrentar la maternidad solas, sin el apoyo de una pareja y/o de la familia, y el desamparo emocional y material se vuelve una de las mayores expresiones de violencia que se pueden experimentar. Es por esto que es importante que las adolescentes y las mujeres, en general, que deciden asumir su maternidad en una situación de desamparo, sepan que hay instituciones de asistencia privada (www.yoliguani.org) que se encargan de brindar el apoyo, el acompañamiento y la atención médica (gratuita) que requiere el embarazo. Son instancias confiables que ofrecen un verdadero hogar para la mujer embarazada, lugares en donde las chicas pueden vivir su maternidad en un entorno tranquilo en el que se les atiende profesional e integralmente, con el propósito de que el vínculo materno- filial se dé en las mejores condiciones posibles.
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