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Un camino de palabras

A la lectura podemos llegar de mil maneras, si queremos, o de ninguna si no queremos, aunque haya mil maneras. Solo se necesita querer y que nos enamoremos de ella. Y para eso no hacen falta mil maneras ni mil libros, sino solo el indicado; ese que nos sacude y deslumbra, que nos conmueve y conecta: un libro, un poema, un verso, una línea; esa es la fuerza de la poesía.

Resulta paradójico que la poesía sea el género literario más cercano a los niños por su capacidad imaginativa, evocadora, fantástica y que se le considere compleja, lejana y difícil para los adolescentes y jóvenes, al grado de que poco se les recomienda y casi desaparece de los programas de lectura. “La poesía es la manera de recuperar la inocencia perdida”, decía Rafael Alberti y tiene razón, aunque la poesía es muchas cosas más.

No solo es una bella expresión y cadencia verbal, imaginación y elocuencia, o iluminación sobre verdades esenciales. Es una forma de re-conocer el mundo, así como el amor. Por eso, identificarse con la poesía es enamorarse de la lectura, y por eso es propio de los espíritus jóvenes que están dispuestos a arriesgarse a la aventura de ver más allá de lo que dicen los diccionarios; aquellos que cuando leen árbol no piensan en una definición, sino que tocan una corteza, perciben un olor y evocan sus hojas; aquellos que todavía se conmueven con un nombre, un perfume o un roce. Los resplandores de la poesía deslumbran a quienes tienen los ojos limpios como los niños y los jóvenes.

En la pasada Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara se premió a un poeta,Yves Bonnefoy, quien dijo que “la poesía ama las palabras y encuentra en ellas la memoria de la plena realidad existencial”. Explicó que “el poema es el lugar poético de las palabras”, pero no el único lugar en el que se encuentra la poesía, que la hay fuera de los poemas; por ejemplo, en los textos en prosa, en una canción, en las dudas de Hamlet, en las palabras de El Principito a sus amigos, en las descripciones de El Señor de los Anillos o en las tribulaciones de Harry Potter.

Solemos pensar que la poesía es un género arduo y complicado, pero nos sorprenderían dos evidencias confirmadas por estudiosos: una, la gran cantidad de lectores consumados que confiesan haber llegado a la lectura gracias a la poesía y, dos, la facilidad con la que los más pequeños entienden y gustan de los pasajes poéticos.

Dentro de las mil maneras de llegar a la lectura, la poesía es un atajo al corazón, la manera de irrumpir de una forma violenta y luminosa, como lo hace el amor, para fincar el deseo de más, como lo hace el amor; la poesía es, como lo dice Bonnefoy, una bella manifestación de vida:

Porque es en el deseo

y no en el tiempo

donde impera el olvido

y la muerte trabaja.

Para adentrarte en el mundo de la poesía, entre un cúmulo de obras valiosas: Libertad bajo palabra, de Octavio Paz; Poema del Cante Jondo, de Federico García Lorca; Poesía amorosa, de Sor Juana Inés de la Cruz; Poesías, de Santa Teresa de Jesús; Sonetos completos, de Luis de Góngora; El Cantar de los Cantares, en La Biblia; Poesía completa, de Antonio Machado; Cuerpo del delito, de Luis Eduardo Aute; Veinte poemas de amor y una canción desesperada, de Pablo Neruda; Con buena letra, de Joaquín Sabina y muchos más.

 

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